martes, 28 de junio de 2011

Otra vez igual...

Me he levantado pensando otra vez en el mismo tema de siempre, las personas. Aunque parezca extraño, últimamente me fijo mucho en los comportamientos. Cada persona es totalmente distinta de otra. Tímidas, alocadas, extrovertidas, simpáticas, descaradas, pesimistas, activas, ordenadas, generosas, desagradables, divertidas, serias,...Pero a veces llega un momento en el que las personas cambian o son cambiadas. Me pregunto qué es ese algo que las hace cambiar, quizá sea el paso de los años, o como diría cualquier madre, la madurez. En cambio hay otras personas que se saltan a la piola esa palabra tan seria, y siguen siendo las mismas. Pero yo no hablo de eso, hablo de que una persona cambie, sin necesariamente haber madurado, por el motivo que sea. ¿Es posible? ¿Es posible cambiar? Yo pienso que una persona no puede dejar atrás sus principios y convertirse en otra, o al menos radicalmente, porque entonces estaríamos cambiando todos todo el tiempo y esto sería una locura. Sino imagina que te encuentras con una amigo al que no veías desde hace tiempo al que le encantaba contar chistes, y ahora es una persona tímida y callada que ni te saluda por la calle. Sería una pena, ¿no crees? Podemos y debemos hacer pequeños cambios, de esos de los que nadie o casi nadie se percata, pero de los que tú estás muy satisfecho de haber conseguido, pero otra cosa es...no sé, porque cuando creo que he llegado a una conclusión, me sorprendo a mi misma con otro ejemplo que la derrumba. Las personas somos tan difíciles...
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